Île-de-Batz

Îsle-de-Batz

Hoy os proponemos un destino muy hermoso, en el que la luz y la paz entran a raudales: La isla de Batz (Île-de Batz). La isla se encuentra en Bretaña, Francia, justo enfrente de Roscoff, un pequeño pueblo bretón muy bonito y con mucha vida. Lo que me llama la atención de la isla, es que ha sabido conservar su carácter a pesar de ser un lugar bastante turístico. Claro, estar aislado (en una isla) ayuda bastante a preservar su espíritu. Para acceder a ella, debemos dejar el coche aparcado en Roscoff. Sí, en efecto, en Batz no hay coches.

Puerto de Roscoff

En esta zona del continente es habitual que las mareas dejen al descubierto grandes zonas de tierras sumergidas, dependiendo de la época del año. Al igual que ocurre en el Mont St. Michel y toda Normandía, es habitual ver los barcos varados, sin agua en donde flotar. No deja de ser algo muy curioso y que a quienes estamos acostumbrados a costas más abruptas no deja de sorprendernos. De hecho, cuando nosotros embarcamos al pequeño trasbordador que te lleva hasta Batz, tuvimos que caminar por un largo espigón hasta llegar a donde estaba el barco atracado, ya que a la hora a la que fuimos la marea estaba baja. La travesía, aunque es corta, te ayuda a ir introduciéndote en la isla. Poco a poco la vas viendo cada vez más cerca y vas adivinando los empinados tejados de sus casas.

Puerto de Batz

La isla es verdaderamente pequeña. A penas llega a los 4 km de ancho por 2 km de ancho, por eso es un lugar maravilloso para pasear tranquilamente, sin necesidad de caminar grandes distancias. Es un lugar para reposar y contemplar la maravillosa naturaleza de las islas en el Canal de la Mancha. Playas blancas, dunas, un viento imponente y matorral bajo configuran una estampa característica de esta zona de Europa que nos transporta a un mundo remoto y parado en el tiempo.

Casa bretona

El grupo de personas con el que visité la isla decidimos caminar para ir parándonos donde quisiéramos. Lo cierto es que cada poco tienes algún sitio en el que detenerte. Aun así, el transporte en bicicleta es muy habitual y puedes alquilar bicis fácilmente en el puerto. Las pequeñas casitas, diseminadas por gran parte de la isla, confieren un lugar único en el que parece que estuviéramos en un tiempo pasado. Yo, particularmente, agradecí muchísimo el silencio y la tranquilidad que se respiran en Batz. El hecho de no haber coches circulando es una gozada, y creo que la isla no tendría el mismo encanto de no ser así.

Playa en Batz
Dunas en Batz

Caminado hacia el este de la isla puedes bajar a grandes playas de arena blanca. Zonas de costa que miran hacia el Canal de la Mancha y donde no es extraño divisar los barcos que comunican Bretaña con Cornualles. Estamos en un lugar de tránsito y eso se nota. En la punta Este de la isla encontramos un jardín de especies exóticas que plantó Georges Delaselle, un enamorado de la isla que decidió plantar en ella un jardín colonial. Y es que, el clima en Batz es bastante suave. La temperatura media en los meses de verano ronda los 17 °C, pero es que en invierno lo habitual es que esté en torno a los 8 °C.

Dunas en Batz

Os recomiendo conocer este rincón de Francia, un país maravilloso y que nunca defrauda. Ya tendremos tiempo de hablar sobre toda Bretaña, un destino muy cercano y con gran encanto. Si te ha gustado la entrada compártela en tus redes o déjanos un comentario, ¡nos vemos por los destinos que hacen soñar!

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